"David entonces dijo: ¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia, para que hoy me seáis adversarios? ¿Ha de morir hoy alguno en Israel? ¿Pues no sé yo que hoy soy rey sobre Israel?" 2 Samuel 19:22

Fue de este verso donde nace el título de este libro. Mientras lo leía y lo leía una y otra vez, sentía un ardor en mi corazón y comprendí lo que el Espíritu Santo me quería dejar ver.

Dictaré palabras que cambiarán tu modo de pensar por años, sin poder tener a alguien que te muestre lo diferente, aun cuando está escrito en la biblia bajo el contexto correcto. Has escuchado toda una vida que "pelees por tu victoria". Sin embargo, nunca fue eso lo que las Sagradas Escrituras nos enseñan. Salmo 46 establece una hermosura cuando esperamos en El Eterno. Luego en el verso diez dicta "Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra". Mostrando que nuestra pelea no es para nosotros entrar en una acción predeterminada humanamente, sino mantenernos en unión con aquel que nos creó.

Es impresionante cómo a través de las Sagradas Escrituras todo va secuencialmente mostrándonos a nunca movernos para hacer una contrafuerza en contra del enemigo. Lo más difícil para el ser humano hacer, es nunca dejar su posición. Recuerda tienes que poder ver a Dios como lo vio el profeta Amos, El Libertador de Todo Juicio. Luego Habacuc lo vio como El Ancla del Justificado, para así Hageo poder verle como EL deseado de Las Naciones.