Alguna vez te has encontrado buscando cualquier cosa que hacer para no tener que hacer una tarea especialmente desagradable o que te da pereza comenzar? ¿Sueles decirte: "No pasa nada, lo haré mañana. Todavía tengo mucho tiempo". Enhorabuena. Tú, como muchos otros, tienes plenamente desarrolladas tus habilidades para procrastinar. El problema es que procrastinar no es precisamente una habilidad útil. Pero no te alarmes. La procrastinación es una trampa en la que caemos la mayoría de nosotros.

Un dicho popular afirma que: "La procrastinación es el ladrón del tiempo". Esto es muy serio porque el tiempo es nuestro bien más valioso. algo que no se puede comprar ni vender por todo el dinero del mundo.

Por muy organizado y motivado que estés, lo más probable es que te hayas encontrado desperdiciando horas en actividades triviales (viendo la televisión, actualizando tu estado en Facebook, comprando por Internet) cuando deberías haber dedicado ese tiempo a proyectos relacionados con el trabajo o los estudios. Pero sólo en los casos en los que la procrastinación se vuelve crónica y comienza a tener un impacto serio en la vida diaria de una persona, se convierte en un problema más grave. En estos casos, no se limita sólo a una cuestión de mala gestión del tiempo, sino que es una parte inherente a su estilo de vida. Por desgracia, esta constante dilación de tareas puede tener graves consecuencias en varias áreas de la vida, incluida la salud mental y el bienestar social y económico de una persona.

A largo plazo, la procrastinación puede, en resumidas cuentas, limitar tu potencial y socavar tu carrera y aspiraciones. También puede perturbar el buen trabajo en equipo, reducir la moral, la ilusión y la motivación, e incluso provocar, en casos extremos, pérdida de empleo y depresión. Por eso es crucial tomar medidas proactivas para evitarla.