El Niño que Conquistó una Estrella es una historia de madurez que explora el debate entre la educación como una experiencia trascendente y duradera o simplemente el entrenamiento para una vida de adquisición material. El poema épico del Sr. Bedoya transmite un mensaje de esperanza, redención y necesidad de una visión más profunda del mundo, especialmente de nuestros fundamentos educativos.

El protagonista, Miguel Alejandro, lleva una infancia errante, viviendo para placeres superficiales y travesuras rebeldes. Desilusiona a sus padres y a la comunidad, tristemente no se da cuenta de que la delincuencia no sirve para nada hasta que el violento despertar que casi le cuesta la vida y lo incapacita durante años.

Es durante esta larga rehabilitación que sufre una prolongada epifanía; su incomodidad física lo obliga a realizar actividades que lo conducen a la curación espiritual. Irónicamente, esta purga de su indolencia es entregada por lo que él ha despreciado y evitado por mucho tiempo, la educación. En su consuelo, los libros, la contemplación y la búsqueda creativa dan sentido a su existencia. Sus logros académicos - logrados a través del auto aprendizaje- le dan un sentido de propósito y apreciación de la vida. Mientras reflexiona sobre su juventud, se hace evidente el malestar que las estructuras educativas actuales tienen sobre el bienestar de los jóvenes.

Miguel Alejandro se convierte en un estudiante de su propia vida, un mentor para los demás y una figura inspiradora para todos los que cuestionan el papel de la enseñanza en la sociedad. Habla de la necesidad de que los jóvenes se apropien de su visión del mundo a través del estudio auto dirigido, pero con el apoyo de maestros y padres apasionados. La narración demuestra su punto de vista de que la vida es más tranquila cuando es impulsada por el autoconocimiento, en lugar de por la generación de riqueza, ya que infunde tranquilidad a quienes lo rodean.