La dulce fragancia de las rosas en flor llena el fresco aire primaveral mientras Alyona pasea por los exuberantes jardines de la finca rural de su familia. A los veintidós años, se ha convertido en una hermosa joven, con sus trenzas castañas brillando bajo la luz del sol moteada que se filtra entre los árboles. Aunque creció con todos los privilegios, el espíritu gentil y la naturaleza compasiva de Alyona la diferenciaron de sus pares ricos. En esta fatídica mañana, su ensoñación solitaria se ve interrumpida por la llegada de un apuesto extraño. Se presenta como Corneil Edwards, un joven poeta que ha alquilado una cabaña vacía en el borde de los terrenos de la finca para encontrar inspiración en medio del esplendor de la naturaleza. Desde el momento en que sus miradas se encuentran, surge una profunda conexión entre ellos, despertando sentimientos que Alyone nunca antes había experimentado. En los días siguientes, los encuentros de Alyona y Corneil se vuelven más frecuentes y cada momento robado los deja cada vez más fascinados el uno por el otro. Pasan largas horas conversando y descubriendo pasiones compartidas por la literatura, el arte y la belleza del mundo natural que los rodea. Corneil abre los ojos de Alyona a la profundidad de la emoción que se puede expresar a través de la palabra escrita, y sus elocuentes poemas pintan vívidos retratos del floreciente amor que comparten. Sin embargo, su incipiente romance no está exento de obstáculos. El padre de Alyona, un noble severo obsesionado con mantener el pedigrí noble de la familia, desaprueba con vehemencia el coqueteo de su hija con un poeta sin dinero. Hace arreglos para que Alyone sea cortejada por el rico y noble Sir Reginald Huntington, con la esperanza de asegurar una pareja económicamente ventajosa para su única hija. Dividida entre las limitaciones de sus obligaciones sociales y la abrumadora atracción de su corazón, Alyone se encuentra en una agonizante encrucijada.