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En julio de 1965, las adolescentes Sylvia y Jenny Likens quedaron al cuidado temporal de Gertrude Baniszewski, una madre soltera de mediana edad y sus siete hijos.

La casa de los Baniszewski estaba repleta de niños. Había pocas reglas y una amplia libertad. Por desgracia, el entorno creó una peligrosa jerarquía de Darwinismo social, donde los fuertes se aprovechaban de los débiles. Lo que sucedió en los tres meses siguientes fue tan fascinante como escalofriante.

En octubre de 1965, el cuerpo de Sylvia Likens fue encontrado en el sótano de la casa de los Baniszewski, donde había estado confinada. Estaba desnutrida, golpeada, quemada y tenía grabadas en su estómago las palabras "Soy una prostituta y estoy orgullosa de ello".

Gertrude Baniszewski orquestó y propició la tortura y el posterior asesinato de Sylvia Likens. Si bien desempeñó un papel activo en la muerte de Sylvia, la mayoría de los abusos fueron cometidos por sus hijos y otros jóvenes del barrio. El caso conmocionó a toda la nación y más tarde sería descrito como "El peor crimen perpetuado contra un individuo en la historia de Indiana".

PRECAUCIÓN: Este libro contiene relatos descriptivos de abusos y violencia. Si usted es especialmente sensible a este tipo de material, puede ser aconsejable que no siga leyendo.