Los testigos no se hacen de un día para otro, es el Señor que los va formando, las personas se disponen a recibir sus gracias y a entender la tarea dejándose guiar por el Maestro a través de la escucha de su Palabra y de estar atenta a los signos de los tiempos. A la vida religiosa toca llevar a plenitud la tarea encomendada desde el bautismo, y la podrá realizar siendo el a su opción fundamental desde el Carisma recibido del Espíritu a través de los fundadores. Es una tarea que se realiza en la cotidianidad de la vida, descubriendo el paso de Dios en la historia, ayudando a los demás a caer a la cuenta de que también pasa en su vida, así la vida religiosa podrá ser significativa mostrando coherentemente la vivencia del Reino, convirtiéndose en testigos inspiradores que con su vida invitan a formar parte de este Plan de Salvación manifestado en Jesucristo.

A la vida religiosa toca estar alertas, despertar, crear rees, decidirse a colaborar en comunión con los diferentes carismas. Se presentan varios retos, la vida religiosa tiene varios desafíos qué enfrentar en la actualidad. La única forma en que puede responder es retomando la opción fundamental, decidiéndose, como dice Madre Luisita a “ser todas de Dios, no fantasmas de religiosas”. Se necesitan místicos y profetas, pero no aislados, urge que cada uno de los miembros que forman las comunidades, se unan como “amigos fuertes de Dios”, como dice santa Teresa, si esto sucede será fácil descubrir la corriente del Espíritu.