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El sultán Shahriar descubre que su esposa lo engaña y la decapita. Todavía lleno de rencor, cada día desposa a una mujer a la que luego ordena matar por la mañana. Inesperadamente, Sherezade, la hija del visir, se ofrece voluntaria para casarse con el sultán. Durante la noche de bodas, la muchacha inicia un relato que deja fascinado a su marido, pero que interrumpe justo antes del amanecer.

"No existe en la historia de la literatura una parábola más sencilla y luminosa que la de Sherezada y Sahrigar para explicar la razón de ser de la ficción en la vida de los seres humanos." Mario Vargas Llosa "Para Sherezada contar cuentos que capturen la atención del Rey es cuestión de vida o muerte. Si Sahrigar se desinteresa o se aburre de sus historias, será entregada al verdugo con las primeras luces del alba. Ese peligro mortal aguza su fantasía y la lleva, sin saberlo, a descubrir que el mundo de la ficción es, como el mundo real, uno, diverso e irrompible."

El sultán Shahriar descubre que su esposa lo engaña y la decapita. Todavía lleno de rencor, cada día desposa a una mujer a la que luego ordena matar por la mañana. Inesperadamente, Sherezade, la hija del visir, se ofrece voluntaria para casarse con el sultán. Durante la noche de bodas, la muchacha inicia un relato que deja fascinado a su marido, pero que interrumpe justo antes del amanecer.

El sultán Shahriar descubre que su esposa lo engaña y la decapita. Todavía lleno de rencor, cada día desposa a una mujer a la que luego ordena matar por la mañana. Inesperadamente, Sherezade, la hija del visir, se ofrece voluntaria para casarse con el sultán. Durante la noche de bodas, la muchacha inicia un relato que deja fascinado a su marido, pero que interrumpe justo antes del amanecer.

Un día cualquiera a altas horas de la madrugada dos desconocidos se encuentran en el bar de un hotel. Solo tienen una cosa en común, un insomnio corrosivo y persistente. No tardarán en descubrir que el único remedio para sus malas noches es dormir juntos. Tras ese primer encuentro en el que por fin logran descansar inician una relación clandestina de inesperada intimidad que cambiará sus vidas.

Me llamo Andrew Hamilton y soy uno de los mejores abogados de Nueva York. No puedo perder mi tiempo con relaciones románticas, por lo que cubro mis necesidades saliendo con mujeres que conozco de forma anónima a través de una página web de encuentros. Tengo un gusto muy particular: rubias y curvilíneas, que a ser posible no sean unas jodidas mentirosas (aunque eso es otra historia). Mis reglas son muy sencillas: una cena. Una noche. Sin repeticiones. Se trata solo de sexo. Ni más. Ni menos. Por lo menos se trataba de eso hasta que conocí a «Alyssa».