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Ha pasado un cuarto de siglo desde el desembarco de Colón en suelo americano en 1492, el Nuevo Mundo sigue siendo un misterio para los españoles y aún no hay rastros de las riquezas que se suponía que encontrarían. Pero esto está a punto de cambiar. El capitán Hernán Cortés a escuchado rumores de la existencia de un imperio un poco más al sur, la provincia de Yucatán, y, lo más interesante, que hay oro.

A comienzos del siglo dieciséis el mundo cambiaba vertiginosamente. América contribuía a esa efervescencia alimentando la imaginación de los navegantes, que organizaban una expedición tras otra. Los mapas eran continuamente modificados, con el descubrimiento de nuevos territorios. Españoles y portugueses dominaban los mares, los primeros siguiendo la ruta de Colón; los segundos, la de Bartolomé Días, por debajo del África, en dirección a la India.

En esta sorprendente narración les presentamos las exuberantes historias de Marco Polo, sus viajes y aventuras narrados de manera extraordinaria por el mismo y acompañado de personajes que crean ambientes impensados y muy entretenidos. La historia de Marco Polo hechiza con sus relatos y debe contarse entre los principales estímulos de la primera época de exploraciones, cuando portugueses y españoles comenzaron a surcar los mares.

Los dos grandes imperios precolombinos del Nuevo Mundo, el azteca en México y el Inca en Perú, han caídos en manos hispanas, América ha dejado de ser una tierra de promesas. España ya es dueña y señora de enormes extensiones de tierra, de millones de súbditos indígenas y de inmensas remesas de oro y plata que regularmente llegan a sus costas desde el otro lado del océano. El sueño de Colón se ha cumplido espléndidamente.

Han pasado 10 años desde que Cortés conquistó México y más allá, el legendario y poderoso imperio de los incas, llega a su máximo esplendor, abarcando parte de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile. Este inmenso territorio, recibirá una verdadera legión de conquistadores que con el brío de la ambición y la búsqueda de la gloria, fundan ciudades, llevan su lengua, su religión y su cultura a todo lo largo y ancho del Nuevo Mundo. Uno de estos españoles, escribirá una de las historias más épicas y sorprendentes de la conquista.

El 28 de junio de 1919, los espejos del Palacio de Versalles se esforzaban por reproducir una escena estremecedora: el alto mando alemán con los rostros pálidos y las manos temblorosas, firmaban una paz que los sindicaba como los culpables de una guerra que se había iniciado cinco años antes y que, por la cantidad de muertos y países involucrados, no tenía precedentes en la historia.