Resultados para "La reina Isabel" en Policíaca, negra y suspense

Todos tuvimos una primera vez. Antonia Scott, también. Reina Roja: Origen, precuela de la afamada trilogía de Juan Gómez Jurado, nos presenta el bautismo de fuego de Antonia Scott. Una Antonia muy distinta a la mujer rota que conocimos en la novela original. Una Antonia más joven, luminosa, pero no exenta de excentricidades que pondrán a prueba la paciencia de Raúl Covas, ex boina verde y antecesor de Jon Gutiérrez en su faceta de escudero, y de la policía. El primer caso que le encomienda Mentor a Antonia en Reina Roja comienza con la aparición de un millonario que ha sido brutalmente asesinado.

Ni testigos, ni pistas, ni cadáver. Josy, la hija de doce años del prestigioso psiquiatra Viktor Larenz, ha desaparecido en misteriosas circunstancias y nadie sabe qué ha sido de ella. Dos años más tarde, Viktor vive atormentado y recluido en la remota casa donde solía veranear. Pese a ello, ha conseguido llegar hasta él una bella desconocida que padece alucinaciones en las que ve a una niña que después desaparece sin dejar rastro, igual que Josy. Viktor acepta tratarla, pero la terapia se va convirtiendo a cada paso en un tenso interrogatorio.

La estatua del Dragón de Oro permanece oculta en un reino pequeño y misterioso, enclavado en la cordillera del Himalaya. Y según cuenta la leyenda, este magnífico objeto, un poderoso instrumento de adivinación incrustado de piedras preciosas, preserva la paz de estas tierras. Una paz que ahora, por la codicia en el alma de los hombres, puede verse perturbada.

«Sonó el teléfono y supo que la iban a matar. Lo supo con tanta certeza que se quedó inmóvil, la cuchilla en alto, el cabello pegado a la cara entre el vapor del agua caliente que goteaba en los azulejos. Bip-bip. Se quedó muy quieta, conteniendo el aliento como si la inmovilidad o el silencio pudieran cambiar el curso de lo que ya había ocurrido.»

«Sonó el teléfono y supo que la iban a matar. Lo supo con tanta certeza que se quedó inmóvil, la cuchilla en alto, el cabello pegado a la cara entre el vapor del agua caliente que goteaba en los azulejos. Bip-bip. Se quedó muy quieta, conteniendo el aliento como si la inmovilidad o el silencio pudieran cambiar el curso de lo que ya había ocurrido. Bip-bip.